viernes, 12 de diciembre de 2008

Buscando un beso a medianoche

Por Eduardo Pacho

Director: Alex Holdridge

Divertidísima película americana paradigma del buen cine indie y que pronto se convertirá en película de culto. La trama gira alrededor de un joven de 29 años, Wilson, que no tiene horizontes vitales ya que acaba de pasar el peor año de su vida tras la ruptura con su pareja. A bote pronto podría parecer una estúpida película meliflua para adolescentes imberbes, pero es mucho más.

El arranque es magnífico: diferentes escenas idílicas de amor en un entorno ideal y todo regado con una música romántica. Mientras tanto, una voz en off nos dice que "El beso de Nochevieja no es un beso cualquiera". Gran verdad motivada por la presión de la sociedad que refleja que todas esas escenas son sólo un espejismo de lo que es el verdadero amor.



De hecho la película es una comedia pero tiene trazos dramáticos con la presencia de jóvenes desorientados, amores de quita y pon o sentimientos artificiales. ¿Hay algo más artificial que hacer el amor recién levantado necesitando un chicle para probar un amor con sabor a menta? Por ello no es para tomársela demasiado a la ligera, ya que la conclusión es que a los 29 años los jóvenes siguen comportándose como niños de 17.



La película tiene gags muy conseguidos, para mi gusto el mejor es "la persecución" de Wilson a su nueva conquista porque ella ya no quiere volver a verle después de confesarle los montajes que hace en su ordenador con la novia de su mejor amigo. En un tono nouvelle vague nos enseña toda la ciudad de Los Ángeles y se producen diálogos hilarantes y desternillantes. Gran guión.





También es interesante lo que ocurre con Vivian. Ella consigue a su media naranja por Internet después de hacer una entrevista a sus tres candidatos. ¿Es para reír o para llorar? El candidato es Wilson y después de algunos devaneos se besan apasionadamente. ¿Es eso amor? Hacen el amor tan artifialmente como hemos reflejado y después se separan sin más. ¿Esa es la fugacidad del amor? Se intuye que han pasado un buen rato juntos-aunque ninguno de los dos tenga mucho que ver el uno con el otro, ella a veces queda retratada como una tonta- pero él quiere volver a verla y ella no. Todo parece haber sido una gran farsa para pasar la noche de Fin de Año acompañados. Eso sí, si uno los ve acaramelados y divertidos parece que están enamorados de verdad. ¿Inconsistencia de la película o verdad sobre los amores de hoy?

En conclusión, una película para reír y para llorar. Como decía un gran pensador, tu carácter es tu destino, así que cada cual puede interpretar si esta película es cómica, dramática, vaudevillesca o profunda. Por todo ello mi título para el film sería Amor a la carta.

http://www.midnightkissmovie.com/

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Appaloosa

Por Eduardo Pacho

Director: Ed Harris

Si es usted mujer y está harta de escuchar de forma gratuita que los hombres son nobles y honestos por naturaleza y está convencida de que la expresión "hombres que se visten por los piés" carece de significado, esta es su película. ¿Por qué? Porque Ed Harris y sobre todo Viggo Mortensen representan el prototipo de masculinidad con la que tantos hombres nos sentimos identificados y muchas mujeres se sienten atraídas. Son hombres de la cabeza a los piés, con sólidos principios, virtuosos, honrados y con sentido de la dignidad.

El film en sí es también una buena película con todos los ingredientes del género: indios, trenes, caballos, pistoleros, duelos...Incluso tiene algo de cine negro en la fatalidad de la presencia de Renée Zellweger, que causa problemas a todo aquél que osa acercarse a su lado. El personaje que encarna no sale muy bien parado, ya que es un ser profundamente dependiente, con una necesidad de compañía constante del macho dominante, aunque sin perder nunca el apellido de su viudo, con el que todo el mundo se dirige a ella despersonalizándola a su vez. La Sra French representa además una mujer que también abunda en nuestros días: coqueta, insinuante, ávida de compañía masculina, y con carencias afectivas constantes.

El malo del western es Jeremy Irons, quizá el personaje más plano y en el que menos se profundiza, aunque su duelo con Viggo Mortensen es el punto culminante que da sentido a la película y también su presentación en escena es digna de mención. Por otro lado Viggo Mortensen complementa muy bien a Ed Harris en su papel: siempre que éste necesita una palabra para superar su ligera dislalia, Viggo siempre está ahí. Es una especie también de consiglieri, que sabe en todo momento lo que es pertinente, si bien la decisión final siempre es de Harris, excepto en tema de mujeres, en el que Harris es torpe hasta rozar lo extravagante.
Su relación recuerda en cierta medida a la de Ballard y Johnny en Gilda, que aunque no es tan sutilmente homosexual, cuando menos es una relación necesaria, complementaria e indisoluble. Ahora bien, aunque los popes de la homosexualidad vean una nueva Brokeback Mountain, no tiene nada que ver y es más una relación de nobleza que de amor.

















Bien está Ariadna Gil, una muy creible amante de Mortensen, bien están las escenas en el tren, bien está Renée, bien está Irons y sus secuaces y bien están los diferentes duelos con los pistoleros incluyendo el soberbio duelo final. Un poco idiotizados aparecen los representantes políticos de Appaloosa, aunque más idiotas eran los habitantes en Sólo ante el peligro. En fin una buena película, entretenida, interesante y con un elenco de actores a la altura de las circunstancias.

martes, 11 de noviembre de 2008

El infierno vasco

Por Eduardo Pacho

Director: Iñaki Arteta

Interesante documental sobre los exiliados del País Vasco que han sido amenazados hasta la extenuación por la banda terrorista ETA. Evidentemente será silenciado por los de siempre, pero no restará valor a la película en sí misma.



El documental arranca muy bien con una canción de Eduardo Basterra compuesta especialmente para la película y que destaca por su emotividad y por su relación con la situación de las personas que desfilarán en el film. Además mientras tanto vamos por una carretera del País Vasco, vía de escape de todos los exiliados que divisan el paisaje de su tierra que tienen que dejar atrás por motivos ajenos a su voluntad.

Todos las personas tienen algo que aportar y se hace un recorrido por todo tipo de perfiles como periodistas, políticos, artistas o ertzainas. Todos tienen algo en común: el miedo y la falta de libertad. Pero por encima de todo el valor de enfrentarse a las presiones externas y la fuerza de dar la cara ante un enemigo más fuerte que todos ellos pero sobre todo dar la cara ante el silencio de una sociedad muchas veces cómplice.

Quizá un pero que se puede hacer al documental es no mostrar ningún nacionalista que se haya tenido que marchar, ya que muchos de ellos también tienen escolta. Eso integraría a la opción nacionalista y no daría motivos para decir que el film está sesgado. Aunque de todas formas los testimonios son demasiado elocuentes para que reprochemos esas minucias.

Son exiliados a la fuerza, todos aman a su tierra, pero como en la época nazi, les han colocado la estrella de David. Y ante eso sólo cabe la huida, pero con dignidad.
El valor del documental estriba en lo escalofriante de las declaraciones de las personas, contextualizadas con escenas del pasado que tienen que ver con las diferentes situaciones de los afectados.

Es lacerante que compañeros de profesores en la UPV no te apoyen e incluso te reprochen tu conducta, es lacerante que alumnos en lugar de hacer huelgas por los asesinatos de ETA lo hagan por los presos etarras, es lacerante que un hijo le diga a su padre que "donde están los enemigos, los españoles" después de venir de la escuela, es lacerante el clima de odio que hay en muchas personas de esa sociedad.

Por otro lado, la banda sonora es desigual, subraya a mi parecer en demasía los comentarios, que hablan por sí mismos. Aunque hay que reconocer que algunas canciones, como la que abre la película, tienen una gran fuerza y golpean el alma.

La película acaba con un plano del hueco que ha dejado el coche de un exconcejal del PSOE que se ha mudado a otra ciudad de España. Ese hueco es un hueco que nos dice que falta alguien, que no estamos todos, pero es un hueco silencioso, nadie preguntará donde está el coche que falta en la fila. La sociedad seguirá adelante ocupando ese sitio y sin mirar atrás.

En síntesis: documental de indudable interés, que debería ser de obligada visión en el País Vasco y que debería encumbrar a estos héroes cada vez más anónimos, dándole una tribuna donde poder hablar y dejando de ser de una vez por todas "Los olvidados".

lunes, 10 de noviembre de 2008

El abogado del terror

Por Eduardo Pacho

Director: Barbet Schroeder

Magnífico film de un director que ya nos maravilló con otro documental sobre el general Amin, dictador de Uganda. En este caso el film es excepcional por el ritmo que imprime a la biografía del abogado Jacques Vergès, a través del que se vertebra un collage de personajes cada cual más interesante.

El director acierta al mostrarnos sólo lo que dicen los protagonistas, sin voz en off que enfatice nada. Ya somos lo bastante mayorcitos para sacar nuestras propias conclusiones. Baste a nivel narrativo decir que Vergès defendió a terroristas de la más diversa índole, desde activistas del FLN hasta nazis como Klaus Barbie, sin olvidar a alguien como Carlos el Chacal.

Más allá de los hechos que son de dominio público, lo más interesante del documental es el aura que desprende la figura de Vergès. Es un personaje fascinante, porque de hecho todo lo que representa el mal en el ser humano nos incomoda pero a la vez nos provoca una atracción morbosa. Queremos saber qué hay en la mente de alguien así, cómo piensa y qué hay de humano en él. Tiene una habilidad comunicativa muy destacable, utilizando argumentos emotivos que generan la reacción en el Otro. Podría ser uno de los primeros expertos en marketing en el mundo del derecho ya que es capaz de defender a criminales culpando a sociedades cómplices o Estados asesinos. Esto genera una publicidad tal que implica a todo el Mundo, como en el caso de Djamila, la terrorista argelina, que a la postre sería su mujer.

Esa fascinación de la que hablamos la percibió Djamila y también Magdalena Knopp, ex compañera de Carlos el Chacal, que pese a tener una frialdad que hiela el alma, se derrite, nunca mejor dicho, ante la figura de Vergés. Esto es a la vez doblemente interesante, ya que personas como Knopp o como Djamila son capaces de desear la muerte e incluso matar pero a la vez abrigar sentimientos de amor sincero dentro de sí mismas. Humano, demasiado humano que diría Nietzsche. Pero también lo es por Vergés, alguien tan comprometido con causas que han defendido el terrorismo como derecho, es capaz de experimentar emociones respecto a otras personas, pese a su personalidad egocéntrica. Así una de sus mejores amigas nos confirma que es una persona muy emotiva.

También es fascinante por su pasado oscuro. Hay siete años de su vida que no sabemos dónde estuvo, abandonando a su mujer Djamila en Argelia. Se especula con varios destinos y esa misteriosa laguna nos acerca más si cabe a una persona con una vida novelesca.

Es un tipo seguro de sí mismo, amante de la buena vida, con su eterno puro en la boca y con esa media sonrisa sardónica que nos recuerda a la imgagen de Orson Welles en El Tercer Hombre cuando una luz de una casa cercana nos revela su cara y a la vez su alma. Eso es lo que hace Schroeder en esta película, revelarnos el alma de Vergés.




No es un monstruo físicamente hablando, con ese currículum uno espera alguien con una faz horrenda. Pero es el típico maduro interesante, que todavía puede resultar atractivo. Ese perfil también concuerda con su acercamiento al terror. Me explico. Hay una frase que refleja muy bien la conducta de Vergés que nos la dice uno de sus amigos. Algo así cómo: no creo que Vergés lanzara explosivos aunque si hubiera que apretar sólo un botón sí que podría hacerlo. De esta manera no se ensucia las manos y
mantiene impoluta su figura.

Sintetizando digamos que El abogado del Terror es un documental con un interés histórico, sociológico y psicológico. Y es la figura de Vergés la que aglutina esa triple vertiente. Existe una expresión que también podría haber servido como título para la película y que podría definir a Vergés: El abogado del diablo. Aunque en este caso la palabra diablo deshumaniza y carga las tintas, así que terror es una palabra más neutra que además nos permite acercarnos a la historia sin condicionamientos, descubriendo por nosotros mismos una de las personalidades más estimulantes del s.XX.

viernes, 31 de octubre de 2008

Nueve Reinas

Director: Fabián Bielinsky

Por Eduardo Pacho

Nueve Reinas es una estimable película argentina cuya baza principal está en el guión y en un trabajo actoral más que reseñable.

La película arranca con una serie de hurtos que afianzan la relación entre los dos protagonistas. Son robos de poca monta con los que el cicerón Ricardo Darín trata de aleccionar a su discípulo. Quizá sea la parte más floja de la película-junto con el final, más que discutible- ya que parecen más trucos de feria por cómo están rodados: desde el punto de vista cinematográfico no aportan nada a los personajes ni a la historia y sólo amplian el metraje del film.

La película va creciendo a partir de ese momento, con el robo que da nombre al título de la película. EL guión da vida a nuevos personajes que hacen crecer la historia y matizan a los protagonistas-excelente la escena en la cárcel entre padre e hijo-. Los personajes hablan por ellos mismos, pero nosotros podemos tomar el pulso a la sociedad argentina. Para muestra un botón: el pibe que está en el metro y que deja unas estampitas para que le den unas monedas. Juan le da a elegir entre un coche de juguete y un billete de 10 pesos. Una sociedad en la que un niño prefiere la plata al ocio, está corrompida. Esa misma escena dentro de una película del neorrealismo italiano no desentonaría; lo grave es que Vittorio de Sica rodó Ladrón de Bicicletas hace 60 años. De todas formas además del significado en sí, la escena está rodada con sencillez, sin subrayar nada, lo que hace que el efecto sea más intenso.

Los actores están francamente bien. Ricardo Darín, que nos tiene acostumbrados a trabajos más tiernos, clava el personaje. Necesita de una perilla que le haga parecer menos amable, pero su interpretación es convincente. También está más que correcto Gastón Pauls, que con su cara de niño bueno nos provoca cierta empatía. Los secundarios, a parte del "gallego" que no resulta muy creible, realizan un buen trabajo.



La trama engancha y el ritmo es frenético: ¡La cantidad de cosas que pasan en un día! La verdad es que dan ganas de vivir así de intensamente, algo similar a lo que ocurre en ¡Jo, qué noche! de Scorsese.

El error más destacable es el final, que consideramos tramposo. Hace unos días hablábamos de las trampas de Funny Games, pero en este caso la trampa afecta a todo lo que nos han contado y sugerido desde un principio. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas: visto con perspectiva nos han inducido a una cosa que luego no es, pero lo han hecho en repetidas ocasiones, con intención manifiesta. Uno se siente manipulado y el guión es demasiado bueno para esa vuelta de tuerca, que parece la sorpresa final que todo el mundo espera pero que aquí es superflua. Es más interesante la realidad social y la riqueza de los personajes que el robo en sí mismo, aunque es de rigor reconocer la originalidad. Eso sí, una vez acabada la película, tener que rememorar ciertas escenas previas para comprobar la verosimilitud siempre es negativo.

En fin una buena película en su conjunto con alguna laguna innecesaria. Es una lástima porque recortando alguna escena inicial para conseguir un metraje de 90 minutos y con un final más convencional podría haber sido un excelente film.

lunes, 27 de octubre de 2008

Funny Games


Director: Michael Haneke

Por Eduardo Pacho

Han corrido ríos de tinta sobre las bondades y maldades de esta película, y aquí, desde esta humilde ventana, trataremos de aportar algo de luz sobre la controversia creada. Vaya por delante que el director consigue cuando menos no dejar indiferente a nadie, algo que pese a sonar a perogrullada manida, en este caso adquiere una especial relevancia.

Pondré las cartas sobre la mesa desde el principio. Para mí es una gran película. Es una estimable película por el contenido y una grandiosa película por la forma. Es interesante lo que ocurre durante la película, el hilo conductor mantiene la tensión necesaria para que el espectador se quede enganchado hasta conocer el desenlace. Es absorbente lo que ocurre, porque se enseña una historia que normalmente acaba siendo despachada en otras películas con una rapidez inusitada que impide empatizar con los diferentes personajes. Valga recordar otras películas como A sangre fría o La Naranja Mecánica, en las que en ambos casos nos enseñan el punto de vista de los verdugos, pero no de las víctimas, que acaban siendo meras comparsas. No es el caso de Funny Games, donde tienen tanta riqueza las víctimas como los verdugos.

¿Por qué digo que la forma es superior al contenido? Por cómo está diseñada la película. Ésta empieza de forma inocente, con un juego entre los miembros de la familia protagonista. De forma casual dos personajes se cuelan dentro de su vida. Pero no lo hacen abruptamente, sino de un modo cotidiano. Pidiendo huevos. Éste punto es fundamental, porque provoca que el espectador se identifique con la situación. Una situación universal. La empatía ya está conseguida y el espectador ha entrado en la historia. Pero es que los huevos se caen y los dos tipos quieren más huevos. Una situación absurda, ridícula, que aumenta la tensión en el espectador. Aquí está pasando algo,nos decimos, pero de momento todo entra dentro de las reglas de lo habitual.

Luego uno de los tipos vestido de sport pide permiso, con educación, para poder jugar a golf. Todo sigue siendo aparentemente normal, concuerda con su vestimenta el hecho de que quiera jugar a golf, conoce la marca de los palos y por convencionalismo uno está obligado a dejarle jugar. Pero es que el otro tipo sigue queriendo los huevos porque se le han vuelto a caer. Esto raya lo extravagante y aquí empezamos a sospechar de una forma más insistente en que estos tipos no sólo quieren unos huevos y jugar a golf. La tensión ha vuelto a crecer. El perro ha dejado de ladrar. Y de pronto los 5 personajes están dentro de la casa y en una escena "perfecta" la familia queda más cerca de la puerta principal y los intrusos están en el interior del hogar. El director, con una puesta en escena portentosa, ha movido a los personajes para conseguir esta situación que deja al espectador con un nudo en la garganta por la naturalidad de cómo se ha producido. ¡Les están echando!¡Nos están echando!

Es en ese momento donde se da el primer punto de inflexión. El padre es golpeado con el palo de golf. Ahora bien nos parece que ha ocurrido de forma inevitable y que el padre ha provocado a los intrusos cómo estos le recriminan. Incluso le intentan socorrer una vez el daño está hecho. Es ahí donde empiezan los juegos que dan nombre a la película. Lo interesante del film es cómo van progresivamente aumentando la violencia de esos juegos. Es fundamental el in crescendo, porque en una película de estas características no tiene sentido que la escena anterior sea más cruda que la posterior. Ahí está otro notable acierto del director. Un juego como el de desnudar a la madre con un saco en la cabeza del hijo y obligando al padre a decirle a su esposa lo que tiene que hacer es tan macabro como acertado, ya que en él participan todos los miembros de la familia y provoca la deshumanización de todos ellos. La identificación también es inevitable: todos somos hijos, madres o padres o incluso dos parentescos a la vez.



Después llega la muerte del hijo: una muerte que deja indiferente a uno de los intrusos. Él sigue impasible con total sangre fría, haciéndose un sandwich porque tiene apetito, sin tan siquiera preocuparse de quién ha sido la víctima. Es ahí cuando el director, en una escena más teatral que cinematográfica, deja a los actores/personajes expresar sus sentimientos por la muerte de su hijo en un plano fijo de larga duración sólo posible en una película europea.

Los ya asesinos-45 minutos después- se van y el regreso es magnífico. Una pelota de golf botando por el suelo del hogar como tarjeta de presentación. Una simple pelota de golf más aterradora que cualquier alboroto que podrían haber causado al entrar con cualquier arma o gritando. Es más terrorífico.

Luego llega el desenlace, que es especialmente brillante en el caso de la muerte de la madre. Es una muerte indiferente, sin ensañarse, solamente porque "es difícil navegar con esto a bordo". No hay nada más escalofriante en una muerte que la falta de motivo. Y esta escena es paradigmática.

Para acabar decir que el director nos quiere hacer cómplices de la historia con diferentes escenas. Admito que pueden verse cómo algo artificiales e incluso que pueden lastrar la película. Aunque el significado de las mismas es en sí interesante. Pese a todo me quedo con los primeros 45 minutos, con cómo crece la historia paulatinamente y la progresiva despersonalización de los personajes y las emociones que se generan. Es una película demasiado grande como para quedarse en los trucos, teniendo en cuenta que una película es en sí un truco mayúsculo.

martes, 21 de octubre de 2008

Película: Vicky Cristina Barcelona

Director: Woody Allen

Por Eduardo Pacho

Es difícil tener mejores mimbres para hacer una gran película: Woody Allen, guionista y director. Javier Bardem, Penélope Cruz, Scarlett Johansson y Rebecca Hall, actores. Javier Aguirresarobe, director de fotografía. El elenco es portentoso y además la historia refleja las relaciones humanas y las emociones que se derivan de ellas, una constante en la filmografía del director.

Pues bien después de estos ingredientes tan apetitosos el manjar debería ser exquisito. Nada más lejos de la realidad. La película es un plato de mal gusto, un fiasco monumental. Los actores están patéticos, no porque su actuación sea mala, sino porque sus personajes son vacuos, su diálogo absurdo y sus sentimientos pueriles. En esencia son estereotipos artificiales que bien podrían ser extraídos de la revista Super Pop. La canción de Barcelona conecta perfectamente con la película
-es igual de ridícula y frívola- y el narrador ralentiza la acción hasta el extremo, explicando en palabras lo que ya observamos en imágenes.

Vicky, personaje que encarna la maravillosa Rebecca Hall, viene desde los EEUU para estudiar Identidad Catalana en Barcelona junto con su amiga Cristina-Scarlett Johanson-, más interesada en la fotografía. La primera está a punto de casarse con un americano de clase alta, la segunda no ha tenido demasiada suerte con los hombres. “Sé lo que no quiero, pero no sé lo que quiero”, nos dice Cristina. Juan Antonio-Javier Bardem, posible guiño a su tío, el gran Juan Antonio Bardem- es un pintor bohemio con una tormentosa relación con María Elena-Penélope Cruz-. La presentación de Juan Antonio es una declaración de intenciones: apoyado en una columna en la galería de arte, con la mirada perdida, indiferente a su entorno, por encima del bien y del mal. Cristina, ávida de nuevas sensaciones, se fija en él. Vicky, Cristina y Juan Antonio se encuentran en un restaurante, y Juan Antonio ni corto ni perezoso se planta ante ellas y les invita a pasar un fin de semana en Oviedo, con relación sexual incluida. Juan Antonio representa el perfil standard del macho español, dispuesto a todo, apasionado y vehemente. Cristina está ya prendada, y dice sí, lo que “obliga” a Vicky a acompañarla.

En este contexto se sucederán las relaciones en un triangulo amoroso que completará más tarde María Elena. Por partes:

La relación de Cristina y Juan Antonio es trivial. Su amor es casi instintivo, muy poco emocional. Su alma, tan aparentemente compleja y rica, está hueca. Incluso las escenas sexuales están poco elaboradas y son fugaces. Primeros planos de los personajes, con besos que tratan infructuosamente de ser desenfrenados. No hay conexión entre Juan Antonio y Cristina, o al menos no se trasluce en pantalla. Por cierto que es difícil que Scarlett Johansson esté poco atractiva en una película. Allen lo consigue y quizá supera lo que hizo Hitchcock con Kim Novak en Vértigo.

Entra en escena María Elena, ex pareja de Juan Antonio. Una Penélope Cruz muy felina, intensa, desbocada. Ella protagoniza la mejor escena de la película: agachada pintando un cuadro, se mueve vertiginosamente y parece proyectar sus emociones en él, con Juan Antonio como lienzo. El diálogo de María Elena en el film se basa en el placer de dicutir por discutir. En español, por su puesto, porque una discusión en castellano es más encendida que en inglés. Eso sí, resultan todas redundantes y no aportan nada a la relación con Juan Antonio. Entendemos que ésta es turbulenta y apasionada pero no sabemos muy bien por qué. Es simplemente autodestructiva y punto.



La relación de Cristina, María Elena y Juan Antonio parece equilibrar a los dos últimos, intentando mostrar la perfección de un triángulo equilátero. Aquí los besos entre Penélope y Scarlett resultan muy poco convincentes. Cristina describe su relación a tres bandas a Vicky como ideal. La evolución del personaje no queda bien definida, y sólo sabemos que emocionalmente está bien y que ella no quiere ser un estereotipo bisexual. Qué poca profundidad, es como decir: me encanta el pastel de limón porque me gusta el limón y no tengo que dar explicaciones de por qué me gusta el limón.¡Qué lejos del triángulo amoroso tan bien descrito por Truffaut en La mujer de al lado!

Vicky mientras tanto se casa con su prometido, cuernos previos incluidos con Juan Antonio. Su amor por Juan Antonio es adolescente, con diálogos de parvulario. Incluso en su última cita con él se cambia de ropa intentando dar con el modelito perfecto. Es probable que haya personas así, no entraré en la verosimilitud, pero duele que puedan ser de interés para que Woody Allen nos las enseñe en una película.

El último personaje incluido en el título de la película es Barcelona. La de Gaudí, la de las Ramblas, la de Paseo de Gracia, incluso la de las putas del Raval-¿Dónde está el mar!!?-. También la de Collserola, con una magnífica iluminación y fotografía de Aguirresarobe, en la que el triángulo amoroso desciende en bicicleta en una escena campestre a lo Jules y Jim. En cualquier caso lo que debería ser una carta de amor a Barcelona se convierte en una postal para turistas chancleteros, ávidos de sensaciones y con las hormonas descontroladas. No es extraño que en EEUU recaudara 4M$ en su primera semana, todo un récord para Woody Allen. Es un turismo con el que muchos se pueden sentir identificados por el vacío emocional y por la exaltación de los instintos más primarios.